28 octubre, 2005

La piedra en el estanque

Decía Joaquín Sabina en su última entrevista, concedida al País Semanal, hace unas semanas, que las personas que siguen apasionandose con los años, demuestran ser unos tontos que no han entendido nada. Bueno era algo así, algo parecido, al menos este es el mensaje con el que me quedé yo en ese momento.
Pues na, era una tonta, seguía apasionandome, metiéndome hasta el fondo en medio de guerras que me parecían injustas, dejándome la vida en defender ideas que me parecían tan obvias, tan lógicas, tan humanas...
Quiero tranquilizarme, pero no hay forma. Me sublevan los insultos que se lanzan los políticos, las descalificaciones, los "y tú mas", las peleas de patio de escuela, las mentiras, las suposiciones, los engaños a los que nos someten cada día...
Pero lo peor son las interpretaciones que oigo en los cafés, en los restaurantes, en la cola del super o en la del cine (Por cierto la última película que he visto este fin de semana ha sido la de Isabel Coixet-esperaba otra cosa- Ya contaré)
La gente se cree a pies juntillas, según sus intereses, la última parida soltada por el último político y además la adorna, la lleva a extremos insospechados, entra en la espiral del insulto y reduce todo a un mero "estos putos catalanes se creen los dueños del mundo" (frase escuchada ayer mismo mientras esperaba para entrar en el concierto de Tango Zero (magníficos)
Ahora se inicia una campaña desde el PP contra Cataluña. El Estatut ha sido uno de los detonantes pero la predisposición al odio (recuerdese la campaña contra el cava catalán las navidades pasadas, o los papeles del Archivo de Salamanca) estaba ya en los laboratorios desde hacía tiempo (¿ha habido algún tiempo, libre de este sentimiento anti-catalán?).
Incluso desde las filas del propio PSOE se fomenta la acritud y el confrontamiento...
Tengo buenos/as amigos/as catalanes. son gente seria, trabajadora, amable y con los que he compartido muchas cosas, muchos momentos, muchas reflexiones... No importa, están incluidos en el mismo saco "son catalanes, no te fies".
Me encanta ir a Cataluña. Nunca me he sentido una extraña. Admiro de ellos muchas cosas. Las bibliotecas por ejemplo son un modelo a seguir en muchos sentidos. Son vanguardistas, amantes de la cultura. Habrá de todo. No digo que no, pero mi experiencia ha sido muy positiva.
No conozco el Estatut. Y como yo, la mayoría de la gente, que habla como si se lo hubiera leído palabra por palabra. Como cuando el pescadero al que suelo comprar en el mercado me dijo, refiriendose a los documentos incautados durante la Guerra Civil, los del Archivo: "mientras que tengamos fuerza, de aqui no deberían llevarse ni uno solo de nuestros papeles". Pero Ricardo ¡ si ni siquiera sabías que había un Archivo en Salamanca con una Sección de Guerra Civil!!!!
Deberíamos tranquilizarnos, ser más objetivos, menos radicales, menos influenciables. Deberíamos sospechar que los políticos tienen intereses ocultos, la mayor parte de las veces muy simples, muy inmediatos y que además son tan listos que conocen bien el poder que ejercen sobre nosotros. "Lanza una piedra en un estanque y su efecto hará que en dicho estanque se produzcan enorme cambios, desde su superficie hasta las profundidades" decía el maestro Gianni Rodari.
No intervengo en la mayoría de las conversaciones que surgen estos días. No defiendo nada, no logro hacerme entender. No consigo apaciguar ánimos, ni transmitir serenidad y cordura.
Se han lanzado las piedras y todo se ha removido hasta extremos insospechados. Y lo que nos queda.

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18 octubre, 2005

Bossa de otoño

Abedul en "El campito"

"Estrada do sol" de Jobim

"Pétala por pétala" de Chico Cesar

"Garota de Ipanema" en la versión de Stan Getz al saxo tenor y Astrud Gilberto en la voz

"Eu sei que vou te amar" cantada por la hipnotizante voz de Caetano Veloso

"Chega de Saudade" en la voz de Elizete Cardoso

"Desafinado" por Joao Gilberto

"Que maravilha" por María Creuza

"Eu preciso de você" de Maria Bethania

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René Char

Termino de leer -al fin!- la edición bilingüe de "Poesía esencial" de René Char, el poeta francés compañero de Paul Eluard (gracias Christine, gracia Myriam), amigo de Bretón, de Louis Aragón... admirado por Camus, Octavio Paz y Picasso. El poeta que dejó libertad a la palabra, figura clave de la literatura moderna francesa, el que firmó el Segundo manifiesto surrealista, y diversos panfletos que criticaban la Exposición Colonial de París y defendían el movimiento revolucionario español.
La edición corre a cargo de Galaxia-Gutemberg y el prólogo y la traducción, magnífica y largamente comentada en las últimas páginas del libro, la hace un estupendo poeta español: Jorge Riechmann. Se nota...
El libro incluye íntegros, en edición bilingüe, sus tres libros centrales: "Furor y Misterio" (su poesía completa entre 1938 y 1947), "Los Matinales" (1950) y "Aromas cazadores" (1975).

Alguien me habló, hace años, de René Char. En un lentísimo tren hacia Almería. En un larguísimo viaje con paradas interminables. Yo entonces, era muy joven, ni siquiera sabía que significaba el surrealismo. Pero la persona que me hablaba, mucho mayor que yo, era un apasionado de René Char y por eso, porque hubo alguien que me recomendó su lectura apasionadamente y a pesar de los años que han pasado, leo estos días a René Char.
Tenía razón aquel compañero de viaje (Iñaqui?). Es apasionante. No es una poesía fácil. Como buen surrealista, explora todas las posibilidades del lenguaje como modo de potenciar la defensa de los valores humanos. Se despoja de prejuicios, mitos, costumbres, preconceptos, creencias, valores arbitrarios y normas absurdas. Nos llena de paisajes, de lugares. De amor por la belleza y la poesía como arte.

CONSUELO (René Char)

Por las calles de la ciudad va mi amor. Poco importa
a dónde vaya en este roto tiempo. Ya no es mi amor:
el que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda: ¿quién en
verdad le amó?
Mi amor busca su semejanza en la promesa de las
miradas. El espacio que recorre es mi fidelidad. Dibuja
la esperanza y en seguida la desprecia. Prevalece sin
tomar parte en ello.
Vivo en el fondo de él como un resto de felicidad.
Sin saberlo él, mi soledad es su tesoro. Es el gran meridiano
donde se inscribe su vuelo, mi libertad lo vacía.
Por las calles de la ciudad va mi amor. Poco importa
a dónde vaya en este roto tiempo. Ya no es mi
amor: el que quiera puede hablarle. Ya no se acuerda:
¿quién en verdad le amó y le ilumina de lejos para que
no caiga?

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07 octubre, 2005

La utopía

Ella está en el horizonte.
Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos.
Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré.
¿Para que sirve la utopía?
Para eso sirve: para caminar"

(E. Galeano)

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Los imprescindibles

"Hay hombres que luchan un dia y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles"

Bertolt Brecht

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Volver

Huyendo de la "Gran Cumbre", de sus medidas de seguridad, de las manifestaciones paralelas, del agobio de una ciudad "sitiada"... Me marcho unos días a mi tierra, a mi Badajoz
Ya sé que no es una ciudad ni monumental, ni maravillosa- pero a mi me gusta mucho.
Me gustan sus avenidas cubiertas de palmeras, el parque de Castelar. Me gusta sentarme en los quioscos de San Francisco, bajo este sol persistente (pena de lluvia), para leer el HOY a media mañana. Me gusta pasear hasta la Plaza alta - que está quedando muy bonita-, con ese aspecto de zoco que parece trasladarme al Norte de África.
También me gusta pasear a mediodía por la Plaza de San Juan entre los naranjos y recordar la presencia de mi padre tomando café tras los inmensos cristales de un Casino que ya no existe.
Me gusta pasear por el Puente viejo, con la imágen de la Alcazaba y la Torre de Espantaperros al fondo.
Me gusta la luz, inmensa de la ciudad, y sus puestas de sol por Portugal, llenas de tonalidades.
Me apetece sentir el contacto, mucho más cálido, de la gente de allí.
Me gusta descubrir que hay mucho paisaje que sigue intacto a pesar de los muchos cambios que la ciudad ha ganado.
Recorreré, con Jara, mi camino hacia el Polígono de la Paz, hasta el Colegio de Santa Teresa (Instituto Rodríguez Moñino).
Hasta la autopista, ha cambiado poco.
La calle Santo Domingo, la Avenida de Colón, el colegio oficial de médicos en el que quedaba con otras compañeras...
Pero el Polígono, antaño solitario y descampado, se ha abarrotado de viviendas. El Colegio, que antes se veía desde tan lejos, parece muy pequeño rodeado de gimnasios, cines y casas.
En la puerta me parece ver a las teresianas Marita, Teresa, Virginia (nunca supe si eran monjas o no)
Me parece ver a Antonio Galache, el magnífico profesor de geografía que tanto nos gustaba, a Juan Pantoja, el profe de física, tan interesante y misterioso, a las hermanas Pizá (una de ellas murió muy pronto), a aquella profesora de música que me enseñó quienes eran Debussy, Ravel, Wagner, Beethoven, Mozart, Brahmns, Bach, de una forma tan apasionante y lúdica que se quedaron dentro de mi para siempre. -Gracias desde aqui y desde ahora-
Cuando estoy allí, el tiempo parece transcurrir más despacio. Hay un ritmo distinto al de aquí, quizás porque yo estoy sólo de paso y no tengo prisas ni nada que hacer, excepto empaparme de paisaje y recuerdos.
Muchas veces pienso, que me gustaría volver. Volver para quedarme. Buscar allí un trabajo.
No sé si me resultaría fácil o difícil adaptarme a otra vida, hacer de nuevo amigas/os con los que pudiera compartir mis aficciones.
Volver... En algún momento de la vida, una siente que tiene que hacerlo. Una siente que el cambio es necesario para despejar telarañas, para sentir, de nuevo, la emoción de nuevos proyectos.
Cada vez con más fuerza, la idea del regreso, se apodera de mi.

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03 octubre, 2005

Viejos recuerdos

Hay días en los que me asalta de repente la nostalgia. De nada en concreto, sólo de unos días, unos nombres, los de antiguas compañeras con las que compartí un tiempo largo y divertido (a veces no) en aquel colegio, en mitad de un polígono en el que el tejado de la iglesia tenía la forma del "manto de la Virgen". Los nombres se amontonan, y a veces no logro casar nombre y apellidos. Recurro a la memoria, invocando el sonsonete de la lista diaria: Acosta Pérez, Mª José, Bigeriego Lafarga, Almudena ; Cerón Hernández, Lucía ; Del Cid (...), Mª del Carmen... De la Cruz Marcos, Sonia... De alguna de ellas supe algo durante un tiempo, de otras he vuelto a saber hace poco, como de Consuelo Rodríguez-Piriz, a través de la prensa local de Badajoz. De la mayoría, no he vuelto a saber nada...
Y me entra una inquietud enorme por saber que habrá sido de sus vidas, dónde vivirán, a que se dedicarán... Si son felices o lo fueron, o esperan serlo...
El otro día por casualidad, en uno de estos nostálgicos momentos, buscando una información en la WEB, me di de bruces con un nombre que formaba parte de mis recuerdos: Elsa Estaire. La recuerdo perfectamente. Parecía una india (de las que veíamos en las películas de vaqueros). Tenía el pelo largo, muy liso (yo, con mi pelo tan rizado e indomable) y una sonrisa permanente. su hermana mayor y los amigos de ésta nos colaron una vez en un "guateque" y nosotras, aún demasiado pequeñas, nos dedicamos a jugar entre las sombras de aquellas parejas abrazadas.
Saltaba muy bien a la comba con unas piernas larguísimas, como las de Alicia cuando comía las galletas y crecía y crecía... Y era la favorita, para elegir de pareja, en la goma.
Recuerdo cuando sus padres se tuvieron que trasladar y se la llevaron de Badajoz. Lo que lloramos las dos, abrazadas, seguras de que volveríamos a encontrarnos, con esa tranquilidad, en el fondo, de las niñas, para las que el tiempo no existe y la amistad es eterna.
En la WEB había una dirección de correo y le escribí inmediatamente, un poco insegura de que sus recuerdos coincidieran con los míos, pero sin dudar ni por un momento que pudiera ser otra.
Me contestó también inmediatamente. Se acordaba de muchas cosas, incluso de algunas, que por tratarse de sus recuerdos sobre mi, yo ni siquiera podía recordar... Quizás como ella no recordaría su pelo negro y liso y sus largas piernas. Pero fue curioso porque también me habló de mi pelo "muy rizado y alborotado"-decía...
La memoria...tan frágil, tan selectiva... Qué recuerdos quedarán de lo que vivimos en un momento, qué imagenes se salvarán del olvido, cual es el extraño resorte por el que olvidamos cosas esenciales y nos quedamos con las más pequeñas, con las mas insustanciales...
A veces me gustaría poder embotellar los momentos. Guardarlos en pequeños frascos de colores, ponerles una etiqueta, pero a medida que nombro los recuerdos, me doy cuenta que los recuerdo todos, que no necesitaría ningún frasco para conservarlos... Y los que no recuerdo, lo que he olvidado, quizás no merecían la pena ser recordados.

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